Recuerdo cuando era pequeño, me encontraba viendo la televisión, en aquellos tiempos cuando los niños veían aún la caja de contenidos. Me vislumbró para toda la vida una escena de la grandiosa serie, los Super Sónicos; el hijo menor, Cometín, quien se encontraba comiendo un tazón de cereal, mientras en la caja de este, se podía ver el programa de quién fuera su conductor en la portada del producto. Al día de hoy, veo en las calles o cualquier lugar a donde vaya, una representación simbólico de ese suceso, infantes observando detenidamente su contenido favorito dentro de un embalaje más delgado. Mi niñez como la de muchos otros que nacieron en una generación de los 90tas, se basó gran parte por los shows de entretenimiento, documentales informativos y deportes de complemento, también juegos de video y el nacimiento de la gigantesca internet o bueno, al menos en mi pueblo de Villahermosa, Tabasco, donde todo llegaba ya muy desactualizado, pude desarrollarme junto a la globalización que significo unir todas las culturas y pensamientos en las plataformas en línea; el vivir durante mis estudios básicos el cambio radical de las nuevas tecnologías y la necesidad de adaptarse a ellas, creó en mi, el camino laboral que de experiencias en los medios audiovisuales en los que hoy más me gusta estar. Una vez escuché en alguna sintonización a imagen, color y sonido "Lo que más haz hecho en tu vida, es lo mejor que sabes hacer" ante las miles de respuestas que un joven de menos de quince años pudo imaginar, al final no pudo concluir ninguna, era una decepción porque tal vez no sabía hacer nada, de repente llegó a mi un flashazo de mi madre, gritándome y regañándome porque para ella, lo único que me la pasaba haciendo, era ver televisión. Por supuesto, ahí se encontraba mi camino, me había llenado la cabeza de tanta información de las diferentes pantallas de conocimientos, que lo mejor que podía inventar, era contenido de diferentes temas y formas de ser contados, desde entonces, dediqué mis clases de la escuela, para escribir, dibujar e ilustrar todo lo que se me ocurriera, con el fin de algún día, poder llevarlo todo, al público entero. Bueno, la realidad es diferente a lo que uno cree, pues aunque si me dediqué a los medios masivos y estudié la carrera de comunicación, la creación de todos estos espacios al aire, debe dejar de ser fantástico en la mayoría de los casos, pasar a desarrollar historias con coherencia social, con un hilo conductor basado en las experiencias comunes de las personas, junto a que el campo laboral de esta, era grabar eventos sociales, comerciales de marcas con productos sencillos, la política reglamentista y las peticiones de los clientes, redujeron mucho de la imaginación que una vez pensé que se necesitaba. Hace un par de años, terminé la maestría en Mercadotecnia de la Imagen, allí las oportunidades de trabajo que brindaba esta, me llevaron a una casa de publicidad, en donde no me importó y trate siempre de explotar esa imaginación perdida, basada en investigaciones, cientos y cientos de horas traducidas en notas para la creación de campañas publicitarias, mercadológicas y mensajes abstractos pero con mucha imaginación. Al día de hoy, he tratado de emprender con mis propios proyectos, así no depender de jefes y al menos proponer lo que a mi me gustaría y ser delimitado bajo una base en mis creencias, el camino no ha sido fácil, pero todo trayecto necesita de continuos fracasos y la suficiente motivación para pensar que un día, vamos a poder vivir como en aquellas caricaturas futuristas, donde la imaginación era lo último que se perdía.